LOS DOS ASPECTOS DE LA LIBERTAD PARA EL HOMBRE MODERNO
Las
doctrinas protestantes prepararon psicológicamente al individuo para el papel
que le tocaría desempeñar en el moderno sistema industrial: desarrolló al
individuo / y lo hizo mas desamparado; aumento la libertad / y creó nuevas
especies de dependencia. Esto es, la sociedad moderna afecta simultáneamente al
hombre de dos maneras: por un lado lo hace más independiente y más critico,
otorgándole una mayor confianza en sí mismo, y por otro lado mas solo, aislado
y atemorizado.
En contraste con el sistema feudal de la Edad Media, bajo el
cual cada uno poseía un lugar fijo dentro de una estructura social ordenada y
perfectamente clara, la economía capitalista abandonó al individuo
completamente a sí mismo. Lo que lograba en su vida era por su propio mérito.
Bajo el
sistema capitalista el individuo, y en especial el miembro de la clase media,
poseía la oportunidad, a pesar de las muchas limitaciones, de triunfar de
acuerdo con sus propios méritos y acciones. Además los hombres lograron la
igualdad, y también aumentó la libertad política, culminando con el Estado
democrático moderno. El capitalismo no solo liberó al hombre de sus vínculos
tradicionales, sino que también contribuyo poderosamente al aumento de la
libertad positiva, al crecimiento de un yo activo critico y responsable.
El individuo, al sentirse más
solo y aislado, su yo se sintió respaldado por factores como la posesión de
propiedades, el prestigio y el poder. La admiración de los demás y el poder
ejercido sobre ellos se iba a agregar al apoyo proporcionado por la propiedad,
sosteniendo al inseguro yo individual.
Para
aquellos que poseían escasas propiedades y prestigio social, la familia
constituía una fuente de prestigio individual. Allí, en su seno, el individuo
podía sentirse "alguien". Obedecido por la mujer y los hijos, ocupaba
el centro de la escena, aceptando ingenuamente este papel como un derecho
natural que le perteneciera. A parte de la familia, el orgullo nacional (y en
Europa con frecuencia el orgullo de clase) también contribuía a darle un
sentimiento de importancia.
Aun cuando no fuera nadie personalmente, con todo
se sentía orgulloso de pertenecer a un grupo que podía considerarse superior a
otros.
La
tendencia hacia la libertad humana alcanzó su culminación durante la segunda
mitad del siglo XIX y comienzos de XX. El sentimiento individual de impotencia
y soledad fue en aumento, la libertad de todos los vínculos tradicionales se
fue acentuando, pero las posibilidades de lograr el éxito económico individual
se restringieron. El individuo se siente amenazado por fuerzas gigantescas, y
la situación es análoga en muchos respectos a la que existía en los siglos XV y XVI.
La
escena económica y política es más compleja y más vasta de lo que era antes. La
desocupación de muchos millones de personas debido a la crisis en la estructura
económica ha aumentado su sentimiento de inseguridad. La desocupación ha
aumentado también el miedo a la vejez. También la amenaza de la guerra ha
contribuido a aumentar el sentimiento de impotencia individual.
El individuo se
ve enfrentado por un mundo de dimensiones que escapan a su fiscalización, y en
comparación al cual él no constituye sino una pequeña partícula. Todo lo que
puede hacer es ajustar su paso al ritmo que se le impone. Puede actuar, pero su
sentimiento de independencia ha desaparecido.
Este
sentimiento de aislamiento individual y de impotencia es algo de lo que el
hombre común no tiene conciencia. No puede sobrellevar la carga que le impone
la libertad de; debe tratar de
rehuirla si no logra progresar de la libertad negativa a la positiva. Las
principales formas colectivas de evasión en nuestra época están representadas
por la sumisión a un líder, tal como ocurrió en los países fascistas, y el
conformismo compulsivo automático que prevalece en nuestra democracia.
En
nuestro esfuerzo por escapar de la soledad y la impotencia, nos disponemos a
despojarnos de nuestro yo individual, ya sea por medio de la sumisión a nuevas
formas de autoridad o por una forma de conformismo compulsivo con respecto a
las normas sociales imperantes.
TWO ASPECTS OF THE FREEDOM FOR THE MODERN MAN
The Protestant doctrines prepared psychologically the individual for the role that it would have him to redeem in the modern industrial system: it developed the individual / and made it more helpless; I increase the freedom / and it created new dependence species. This is, the modern society fond simultaneously of the man of two ways: on the one hand it makes it more independent and more critical, granting him a major self-assurance, and on the other hand more alone, isolated and frightened.
In contrast with the feudal system of the Middle Age, under which each one was possessing a fixed place inside a tidy social structure and perfectly clear, the capitalist economy left the individual completely himself. What it was achieving in its life was for its own merit.
Under the capitalist system the individual, and especially the member of the middle class, was possessing the opportunity, in spite of many limitations, of triumphing in accordance with its own merits and actions. Also the men achieved the equality, and also the political freedom increased, culminating with the modern democratic State. The capitalism not only liberated the man of its traditional ties, but also I contribute powerfully to the increase of the positive freedom, to the growth of active me I criticize and person in charge.
The individual, on having felt more alone and isolated, its I felt endorsed by factors like the possession of properties, the prestige and the power. The admiration of the others and the power exercised on them was going to join to the support provided by the property, supporting the insecure one individual I.
For those that were possessing scarce properties and social prestige, the family was constituting a source of individual prestige. There, in its bosom, the individual could feel "someone". Obeyed by the woman and the children, it was occupying the center of the scene, accepting ingenuously this role as a natural law that him belonged. To part of the family, the national pride (and in Europe often the class pride) also was helping to give him an importance feeling. Even if he was not anybody personally, with everything he was feeling proud to belong to a group that could be considered to be superior to others.
Factors as the effective political and economic freedoms, the opportunity provided to the individual initiative and to the advance of the rationalist illustration contributed to the fortification of me and drove to the development of the individuality and the advance of the rationalist illustration. On the other hand, the support factors to me just helped to compensate the insecurity and the anxiety.
The tendency towards the human freedom reached its culmination during the second half of the XIXth century and beginning of XX. The individual feeling of powerlessness and solitude was on the increase, the freedom of all the traditional ties was accentuated, but the possibilities of achieving the individual economic success were restricted. The individual feels threatened by gigantic forces, and the situation is similar in many regards to the one that existed in the XVth and XVIth centuries.
The economic and political scene is more complex and vaster than it was earlier. The unemployment of many million persons due to the crisis in the economic structure has increased its insecurity feeling. The unemployment has increased also the fear of the old age. Also the threat of the war has helped to increase the feeling of individual powerlessness.
The individual turns out to be faced by a world of dimensions that escape to its inspection, and in comparison to which he does not constitute but a small particle. Everything what it can do is to fit its step to the rhythm that is imposed on him. It can act, but its independence feeling has disappeared.
This feeling of individual isolation and of powerlessness is something of what the common man has no conscience. It cannot carry the load that imposes the freedom on him of; he must try to avoid it if it does not manage to progress from the negative freedom to the print. The main collective forms of evasion in our epoch are represented by the submission to a leader, as it happened in the fascist countries, and the automatic compulsive conformism that it prevails in our democracy.
In our effort to escape of the solitude and the powerlessness, we prepare to deprive ourselves of our individual me, be already by means of the submission to new forms of authority or for a form of compulsive conformism with regard to the prevailing social norms.
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