EXISTENCIALISMO FRANCÉS
El existencialismo francés, al menos en su
línea radical, cuyo principal representante es Sartre, nos ofrece aquello que
corrientemente se da como características de la filosofía de la existencia, a
saber, una antropología de tipo vitalista. En la rama católica del
existencialismo francés que se representa G. Marcel, predominan, sin embargo,
de nuevo los intereses metafísicos.
Jean Paul Sartre (1905-1980) es, sin duda, más
literato que filósofo. Tanto sus dramas como sus obras filosóficas han
levantado en Francia un torbellino de entusiasmo que llega hasta la histeria.
Sastre se apoya en Heidegger y utiliza muchos de sus conceptos.
Sartre no da a la existencia el sentido de la filosofía existencial alemana, sino más bien el que correspondería a la oposición tradicional entre esencia y existencia. Lo primero sería en el hombre la existencia, su propia voluntad y su obrar personal. El hombre ocupa el lugar de Dios; es el mismo artífice de su propio ser y esencia. Para el autor, el hombre es necesariamente libre y por tanto Dios no puede existir. Ser libre, escoger, tomar decisiones, en fin, existir, nadie puede hacerlo por mí porque la existencia es sólo mía
El principio fundamental del existencialismo
reza así: el hombre no es otra cosa que
lo que él mismo se hace. Lo mismo que en el marxismo, vuelva la consigna de
la “praxis”, sólo que ahora aumentada en un ciento diez por ciento de
radicalismo.
El hombre es ahora absolutamente libre. Pero
esta libertad no es un don, sino que “el hombre está condenado a ser libre”;
condenado, porque para que la libertad sea plena libertad, no puede haber nada
enfrentado normativamente al hombre, ni fe en Dios, ni verdades, ni valores.
Sastre es nihilista y ateo radical.
Gabriel Marcel (1877-1973), el filósofo
católico de la existencia en Francia retorna al auténtico ser.
Influido por Kierkegaard, que está presente
en todos los filósofos de la existencia, sabe también que en toda metafísica
del ser no se puede abstraer del sujeto, que es preciso pensar
existencialmente, y que por eso la realidad es un misterio.
ÉTICA Y SOCIEDAD
La ética es la parte de la filosofía que trata
de la valoración moral de los actos humanos.
Las aportaciones actuales en el campo de la
antropología filosófica, puestas de relieve en España por Zubiri y Aranguren,
parten de la confrontación entre el comportamiento animal y el comportamiento
humano. El organismo humano permanece en suspenso ante los estímulos.
A diferencia del animal, su complicación no permite dar una respuesta adecuada ante ellos. Esta liberación de los estímulos despierta la inteligencia del hombre y hace viable su libertad: le introduce en un mundo en el que el hombre ha de hacerse cargo de la realidad y justificar sus actos. El hombre aparece así como animal constitutivamente moral.
A diferencia del animal, su complicación no permite dar una respuesta adecuada ante ellos. Esta liberación de los estímulos despierta la inteligencia del hombre y hace viable su libertad: le introduce en un mundo en el que el hombre ha de hacerse cargo de la realidad y justificar sus actos. El hombre aparece así como animal constitutivamente moral.
A su vez, la moral como estructura humana
exige por su parte un contenido moral, puesto que el hombre debe tomar a cargo
la realidad por sí mismo, es decir, responsablemente.
Su respuesta no debe ser arbitraria o
subjetiva, sino conforme con aquello que es absolutamente bueno según
determinadas normas o sistemas de preferencia.
El objeto de la ética se centra, pues, en la
“praxis, considerada como acción específicamente humana, en cuanto procede
responsablemente del agente y le perfecciona. La acción humana inmanente a la
realización de la personalidad moral es, en conclusión, el punto central que da
nombre a la ética y la estructura como ciencia.
La ética no se limita a conocer, sino que
pretende enunciar los imperativos de la conducta moral del hombre.
Universalmente, los moralistas se han aplicado a dirigir los actos y las
costumbres humanas en una doble perspectiva:
- como
“ars vivendi” o técnica de la felicidad, individual o social.
- como
justificación del hombre en cuanto tal, a fin de que viva de una manera
digna o humana según las exigencias ineluctables de su forma de ser. Ambas
perspectivas no se excluyen, sino que se complementan.
La ética nos
dice cómo debe comportarse el hombre; las disciplinas humano-positivas
(psicología, sociología, histórica…) nos dicen cómo se comporta efectivamente.
De la antigüedad clásica a nuestros días, la
ética se ha apoyado siempre en la experiencia moral hasta llegar a presentarse
en ocasiones como mera descripción de los usos y modos de obrar en el plano
individual y social.
Las doctrinas morales se elaboran sin
excesiva preocupación por el método. Una concepción distinta del hombre y del
sentido de su vida en el mundo se presupone en las varias respuestas que se han
dado a la cuestión central acerca de la esencia y la norma de la moralidad.
Este es el origen de las llamadas “morales tradicionales”, que los tratadistas acostumbran a clasificar según el orden de valores a que apuntan: morales, de placer, de la felicidad; morales utilitaristas, altruistas; morales tradicionales, evolucionistas, positivistas, sociológicas; morales del sentimiento, del yo, de la voluntad, de la libertad, de la razón, etc.
Este es el origen de las llamadas “morales tradicionales”, que los tratadistas acostumbran a clasificar según el orden de valores a que apuntan: morales, de placer, de la felicidad; morales utilitaristas, altruistas; morales tradicionales, evolucionistas, positivistas, sociológicas; morales del sentimiento, del yo, de la voluntad, de la libertad, de la razón, etc.
A diferencia de las hipótesis experimentales,
la ley moral no se induce de los hechos ni se controla por ellos, sino que se
justifica por la coherencia del sistema en que se inserta. La observación del
hombre y el análisis reflexivo sobre su naturaleza conducen al descubrimiento
de la ley moral y al desarrollo de las doctrinas morales. Por lo que se refiere
a la apreciación de casos particulares, se procede según el método
comprehensivo, por el recurso inmediato a la experiencia vivida.
FRENCH EXISTENTIALISM
Jean Paul Sartre (1905-1980) is, undoubtedly, more literary than philosopher. Both its dramas and its philosophical works have raised in France a maelstrom of enthusiasm that comes up to the hysteria. Tailor rests on Heidegger and uses many of its concepts.
Sartre does not give to the existence the sense of the German existential philosophy, but rather the one that would correspond to the traditional opposition between extract and existence. The first thing there would be in the man the existence, its own will and its working personnel. The man occupies the God's place; he is the same maker of his own being and extract. For the author, the man is necessary free and therefore God cannot exist. To be free, to choose, to take decisions, anyway, to exist, nobody can do it for me because the existence is only mine.
The fundamental beginning of the existentialism prays this way: the man is not another thing than what he does to himself himself. The same that in the Marxism, turns the slogan of the "praxis", only that now increased in a hundred ten per cent of radicalism.
The man is now absolutely free. But this freedom is not a gift, but “the man is convicted to be free”; condemned, because so that the freedom is a full freedom, there can be anything conflicting normativamente neither to the man, nor faith either in God, or truths, or values. Tailor is a nihilistic and atheistic radical.
Gabriel Marcel (1877-1973), the catholic philosopher of the existence in France returns the authentic being.
Influenced by Kierkegaard, which is present in all the philosophers of the existence, he knows also that in any metaphysics of the being it is not possible to leave aside of the subject, that it is necessary to think existentially, and that that's why the reality is a mystery.
ETHICS AND SOCIETY
The ethics are the part of the philosophy that treats about the moral evaluation of the human acts.
The current contributions in the field of the philosophical anthropology, emphasized in Spain for Zubiri and Aranguren, depart from the confrontation between the animal behavior and the human behavior.
The human organism remains in failure before the stimuli. In contrast to the animal, its complication does not allow to give an answer adapted before them. This awake liberation of the stimuli the intelligence of the man and it makes its freedom viable: it introduces him in a world in which the man has to take charge of the reality and to justify its acts. The man appears as well as animal constitutivamente morally.
In turn, the morality as human structure demands for his part a moral content, since the man must take to charge the reality himself, that is to say, responsibly.
Its answer must not be arbitrary or subjective, but in accordance with what is absolutely good according to certain norms or systems of preference.
The object of the ethics centers, then, on the “praxis considered action specially human, as soon as it comes responsibly from the agent and perfects him. The immanent human action to the achievement of the moral personality is, in conclusion, the central point that names the ethics and the structure like science.
The ethics do not limit themselves to knowing, but he tries to enunciate the imperatives of the moral conduct of the man. Universally, the moralists have devoted themselves at directing the acts and the human customs for themselves in a double perspective:
like “ars vivendi” or skill of the happiness, individual or social.
as justification of the man as soon as such, in order that he lives in a worthy or human way as the ineluctable requirements of its character. Both perspectives are not excluded, but they complement each other.
The ethics say to us how the man must behave; the human-positive disciplines (psychology, sociology, historical …) they say to us how he behaves really.
Of the classic antiquity to our days, the ethics have always rested on the moral experience up to going so far as to present sometimes like mere description of the uses and ways of acting in the individual and social plane.
The moral doctrines are prepared without excessive worry by the method. A conception different from the man and from the sense of its life in the world presupposes to itself in different answers that have happened to the central question about the extract and the norm of the morality.
This is the origin of the called “traditional mulberry trees”, which the commentators accustom to classifying according to the order of values at which they point: mulberry trees, of pleasing, of the happiness; moral utilitarians, altruists; traditional, evolutionist, positivist, sociological moralities; mulberry trees of the feeling, of me, of the will, of the freedom, of the reason, etc.
In contrast to the experimental hypotheses, the moral law neither is induced of the facts nor is controlled by them, but it justifies itself for the coherence of the system in which it is inserted.
The observation of the man and the reflective analysis on its nature they drive to the discovery of the moral law and to the development of the moral doctrines. Since it refers to the appreciation of particular cases, one proceeds according to the method comprehensivo, for the immediate resource to the real experience.
The observation of the man and the reflective analysis on its nature they drive to the discovery of the moral law and to the development of the moral doctrines. Since it refers to the appreciation of particular cases, one proceeds according to the method comprehensivo, for the immediate resource to the real experience.