Monday, 26 May 2014

AMBIGUEDAD DE LA LIBERTAD INDIVIDUAL....Ambiguity of the individual freedom

LA EMERGENCIA DEL INDIVIDUO Y LA AMBIGÜEDAD DE LA LIBERTAD



La libertad caracteriza la existencia humana. Su significado varía de acuerdo con el grado de autoconciencia del hombre y su concepción de sí mismo como ser separado e independiente, como entidad separada  y distinta de la naturaleza y de los hombres que lo rodean. Sin embargo, esta autoconciencia siguió siendo muy oscura durante largos periodos de la Historia; el individuo permanecía estrechamente ligado al mundo social y natural del que había emergido. El proceso por el cual el individuo se desprende de sus lazos originales (proceso de individuación) parece haber alcanzado su mayor intensidad durante los siglos comprendidos entre la Reforma y nuestros tiempos.

            En la vida del individuo encontramos el mismo proceso. Un niño, al nacer, se transforma en un ente biológico separado de la madre. Sin embargo, desde el punto de vista funcional, permanece unido a la madre durante un periodo considerable.

            Hay vínculos que existen antes de que el proceso de individuación haya conducido a la emergencia completa del individuo; son los llamados VINCULOS PRIMARIOS. Son orgánicos en el sentido de que forman parte del desarrollo humano normal, si bien implican una falta de individualidad, también otorgan al individuo seguridad y orientación (son los vínculos que unen al niño con su madre, al miembro de una comunidad primitiva con su clan, etc).

            Una vez alcanzada la etapa de completa individuación y cuando el individuo se halla libre de sus vínculos primarios, una nueva tarea se le presenta: orientarse y arraigarse en el mundo y encontrar la seguridad siguiendo caminos distintos de los que caracterizaban su existencia preindividualista.

(Toda sociedad se caracteriza por determinado nivel de individuación, mas allá del cual el individuo no puede ir.)

            El otro aspecto del proceso de individuación consiste en el aumento de la soledad, surgiendo el impulso de abandonar la propia personalidad, de superar el sentimiento de soledad e impotencia, sumergiéndose en el mundo exterior. Los intentos de reversión toman necesariamente un carácter de sometimiento, en el cual no se elimina nunca la contradicción básica entre la autoridad y el que a ella se somete.

            Sin embargo, la sumisión no es el único método para evitar la soledad y la angustia: el ideal, que no desembocaría en conflictos, seria la relación espontánea hacia los hombres y la naturaleza, relación que une al individuo con el mundo sin privarlo de su individualidad.

            La individuación es un proceso que implica el crecimiento de la fuerza y de la integración de la personalidad individual, pero es al mismo tiempo un proceso en el cual se pierde la originaria identidad con los otros. La creciente separación puede desembocar en un aislamiento que posea el carácter de completa desolación y origine angustia e inseguridad intensas, o bien puede dar lugar a una nueva especie de intimidad y de solidaridad con los otros.

   Mientras el proceso de individuación se desarrolla automáticamente, el crecimiento del yo es dificultado por un cierto numero de causas individuales y sociales. La falta de sincronización entre estos dos desarrollos origina un sentimiento insoportable de aislamiento e impotencia, y esto a su vez conduce a ciertos mecanismos psíquicos de evasión.

            La adaptación del hombre a la naturaleza se funda sobre todo en el proceso educativo y no en la determinación instintiva; el instinto es una categoría que va disminuyendo, si no desapareciendo, en las formas zoológicas superiores, especialmente en la humana.

         La existencia humana empieza cuando el grado de fijación
instintiva de la conducta es inferior a cierto limite, cuando la adaptación a la naturaleza deja de tener carácter coercitivo, cuando la manera de obrar ya no es fijada por mecanismos hereditarios. En otras palabras, la naturaleza humana y la libertad son inseparables desde un principio. La noción de libertad se emplea aquí no en el sentido positivo de "libertad para", sino en el sentido negativo de "libertad de", es decir, liberación de la determinación instintiva del obrar.

            Una imagen particularmente significativa de la relación fundamental entre el hombre y la libertad la ofrece el mito bíblico de la expulsión del hombre del Paraíso. El mito identifica el comienzo de la historia humana con un acto de elección, pero acentúa singularmente el carácter pecaminoso de ese primer acto libre y el sufrimiento que este origina. Hombre y mujer viven en el Jardín en  completa armonía entre sí y con al naturaleza. Hay paz y no existe la necesidad de trabajar; tampoco la de elegir entre alternativas, no hay libertad ni tampoco pensamiento. 

El no cumplir la prohibición de no comer el fruto prohibido es un pecado para la Iglesia, que representa la autoridad, pero desde el punto de vista del hombre se trata del comienzo de la libertad humana. Obrar contra las ordenes de Dios significa liberarse de la coerción, emerger de la existencia inconsciente de la vida prehumana para elevarse al nivel humano. El acto de desobediencia, como acto de libertad, es el comienzo de la razón. Se rompe la armonía entre el hombre y la naturaleza, dando el primer paso hacia su humanización al transformarse en individuo. 

Pero la libertad recién conquistada aparece como una maldición; se ha liberado de los lazos del Paraíso, pero no es libre para gobernarse a sí mismo, para realizar su individualidad. "Liberarse de " no es idéntico a la libertad positiva, a "liberarse para", ya que la emergencia del hombre de la naturaleza se realiza mediante un proceso que se extiende por largo tiempo, y en gran parte permanece todavía atado al mundo del cual ha emergido.

            El proceso de crecimiento de la libertad humana posee el mismo carácter dialéctico que hemos advertido en el proceso de crecimiento individual. Por un lado se trata de proceso de crecimiento de su fuerza e integración, de su dominio sobre la naturaleza, del poder de su razón y de su solidaridad con otros seres humanos. Pero, por otro lado, esta individuación creciente significa un aumento paulatino de su inseguridad y aislamiento, y por ende una duda creciente del propio papel en el universo, del significado de la propia vida, y junto con todo esto un sentimiento creciente de la propia impotencia e insignificancia como individuo.


            Si las condiciones económicas, sociales y políticas, de las que depende todo el proceso de individuación humana, no ofrecen una base para la realización de la individualidad en tanto que al propio tiempo se priva a los individuos de aquellos vínculos que les otorgaban seguridad, la falta de sincronización que de ello resulta transforma la libertad en una carga insoportable. Ella se identifica entonces con la duda y con un tipo de vida que carece de significado y dirección. Surgen así poderosas tendencias que llevan hacia el abandono de este genero de libertad para buscar refugio en la sumisión o en alguna especie de relación con el hombre y el mundo que prometa aliviar la incertidumbre, aun cuando prive al individuo de su libertad. 

La consecuencia de esta desproporción entre la libertad de todos los vínculos y la carencia de posibilidades para la realización positiva de la libertad y de la individualidad, ha conducido en Europa a la huida de la libertad y a la adquisición, en su lugar, de nuevas cadenas o, por lo menos, a una actitud de completa indiferencia.


THE EMERGENCY OF THE INDIVIDUAL AND THE AMBIGUITY OF THE FREEDOM


            The freedom characterizes the human existence. Its meaning changes in accordance with the grade of self-consciousness of the man and its conception of himself as to be separated and independently, like entity separated and different from the nature and from the men who surround it. Nevertheless, this self-consciousness kept on being very dark during long periods of the History; the individual remained closely tied to the social and natural world of the one that had emerged. The process for which the individual gets rid of its original bonds (process of individuation) seems to have reached its biggest intensity during the centuries understood between the Reform and our times.


           
In the life of the individual we find the same process. A child, on having been born, transforms in a biological entity separated from the mother. Nevertheless, from the functional point of view, it remains joined to the mother during a considerable period.

            There are ties that exist before the individuation process has driven to the finished emergency of the individual; there are the called PRIMARY TIES. They are organic to the effect that they are part of the normal human development, although they imply an absence of individuality, also they grant to the individual safety and orientation (there are the ties that join the child with its mother, to the member of a primitive community with its clan, etc).



            As soon as the stage of finished individuation was reached and when the individual is free of its primary ties, a new task appears before him: to be faced and to take root in the world and to find the safety following ways different from those who were characterizing its preindividualistic existence.

(Every society is characterized by certain level of individuation, beyond which the individual cannot go).

            Another aspect of the process of individuation consists of the increase of the solitude, arising the impulse of leaving the proper personality, of overcoming the feeling of solitude and powerlessness, submerging in the exterior world. The attempts of reversion take necessary a character of subjection, in which the basic contradiction is never eliminated between the authority and the one that surrenders to her.


            Nevertheless, the submission is not the only method to avoid the solitude and the anxiety: the ideal, which would not end in conflicts, would be the spontaneous relation towards the men and the nature, relation that joins the individual with the world without depriving it of its individuality.

            The individuation is a process that implies the growth of the force and of the integration of the individual personality, but it is at the same time a process in which the original identity gets lost with others. The increasing separation can end in an isolation that possesses the character of finished desolation and causes intense anxiety and insecurity, or can give place to a new species of intimacy and of solidarity with others.



            While the individuation process develops automatically, the growth of me is made difficult by a certain number of individual and social causes. The absence of synchronization between these two developments causes an unbearable feeling of isolation and powerlessness, and this in turn drives to certain psychic evasion mechanisms.



The adaptation of the man to the nature is founded especially on the educational process and not on the instinctive determination; the instinct is a category that is diminishing, if without disappearing, in the top zoological forms, especially in the human one.


            The human existence starts when the grade of instinctive fixation of the conduct is lower than certain limit, when the adaptation stops having coercive character to the nature, when the way of acting already is not fixed by hereditary mechanisms. In other words, the human nature and the freedom they are inseparable from a beginning. The freedom notion is used here not in the positive sense of "liberate for", but in the negative sense of "liberate of" that is to say, liberation of the instinctive determination of acting.


A particularly significant image of the fundamental relation between the man and the freedom offers the Biblical myth of the expulsion of the man of the Paradise. The myth identifies the beginning of the human history with an election act, but it accentuates singularly the sinful character of this first free act and the suffering that this one causes. 

Man and woman live in the Garden in finished harmony between themselves and with to the nature. There is peace and the need to work does not exist; that of choosing between alternatives, there is neither nor freedom either thought. 

Non-fulfilling the prohibition of not eating the prohibited fruit is a sin for the Church, which the authority represents, but from the point of view of the man it is a question of the beginning of the human freedom. To act against the God orders means to be liberated of the coercion, emerge of the unconscious existence of the prehuman life to rise at the human level. The act of disobedience, like act of freedom, is the beginning of the reason. There breaks the harmony between the man and the nature, giving the first step towards its humanization on having transformed in individual. 

But the newly conquered freedom appears like a curse; it has been liberated of the bonds of the Paradise, but it is not free is governed himself, to realize its individuality. "To be liberated of" is not identical to the positive freedom, "to be liberated for", since the emergency of the man of the nature is realized by means of a process that spreads over long time, and largely it remains still tied to the world of which it has emerged.

            The process of growth of the human freedom possesses the same dialectical character that we have warned in the process of individual growth. On the one hand it is a question of process of growth of its force and integration, of its domain over the nature, of the power of its reason and of its solidarity with other human beings. But, on the other hand, this increasing individuation means a gradual increase of its insecurity and isolation, and hence an increasing doubt of the proper role in the universe, of the meaning of the proper life, and together with all this an increasing feeling of the proper powerlessness and insignificance as individual.

If the economic, social and political conditions, on which the whole process of human individuation depends, do not offer a base for the achievement of the individuality while to the proper time there are deprived the individuals of those ties that were granting them safety, the absence of synchronization that from it results transforms the freedom into an unbearable load. 

She identifies then with the doubt and with a type of life that lacks meaning and direction. There arise this way powerful tendencies that go towards the abandonment of this genre of freedom to look for refuge in the submission or in some species of relation with the man and the world that promises to relieve the suspense, even if it deprives the individual of its freedom. 

The consequence of this disparity between the freedom of all the ties and the possibilities lack for the positive achievement of the freedom and of the individuality, has driven in Europe to the flight of the freedom and to the acquisition, in its place, of new chains or, at least, to an attitude of finished indifference.

Wednesday, 14 May 2014

MECANISMOS DE EVASION....Evasion mechanisms

 MECANISMOS DE EVASION

            (El termino NORMAL puede definirse de dos maneras: en primer lugar, desde la perspectiva de una sociedad en funcionamiento, una persona será llamada normal o sana si es capaz de cumplir con el papel social que le toca desempeñar dentro de la sociedad dada. En segundo lugar, desde la perspectiva del individuo, consideramos sana o normal a la persona que alcanza el grado optimo de expansión y felicidad individuales. Esto nos lleva a la siguiente conclusión: la persona considerada normal en razón de su buena adaptación, de su eficiencia social, es a menudo menos sana que la neurótica, cuando se juzga según una escala de valores humanos).


            Una vez que han sido cortados los vínculos primarios que proporcionaban seguridad al individuo, una vez que éste, como identidad completamente separada, debe enfrentar al mundo exterior, se le abren dos distintos caminos para superar el insoportable estado de soledad e impotencia del que forzosamente debe salir. 


Siguiendo uno de ellos estará en condiciones de progresar hacia la libertad positiva; puede establecer espontaneamente su conexión con el mundo en el amor y el trabajo, en la expresión genuina de sus facultades emocionales, sensitivas e intelectuales: de este modo volvera a unirse con la humanidad, con la naturaleza y consigo mismo, sin despojarse de la integridad e independencia de su yo individual. 

El otro camino que se le ofrece es el de retroceder, abandonar su libertad y tratar de superar la soledad eliminando la brecha que se ha abierto entre su personalidad individual y el mundo. Este segundo camino no consigue nunca volver a unirlo con el ambiente de aquella misma manera en que lo estaba antes de emerger como individuo, puesto que el hecho de su separación ya no puede ser invertido.


            1. El autoritarismo

Un mecanismo de evasión es la tendencia a abandonar la independencia del yo individual propio, para fundirse con algo o con alguien exterior a uno mismo, a fin de adquirir la fuerza de que el yo individual carece; tendencia a buscar nuevos vínculos secundarios como sustitutos de los primarios que se han perdido.
            

Las formas más nítidas de este mecanismo pueden observarse en la tendencia compulsiva hacia la sumisión y la dominación o, con mayor precisión, en los impulsos sádicos y masoquistas tal como existen en distinto grado en la persona normal y en la neurótica respectivamente.
            


Las formas más frecuentes en las que se presentan las tendencias masoquistas están constituidas por los sentimientos de inferioridad, impotencia e insignificancia individual. Muchas veces las tendencias masoquistas son experimentadas como manifestaciones irracionales o patológicas; pero con mayor frecuencia aún, reciben una forma racionalizada. La dependencia de tipo masoquista es concebida como amor o lealtad, los sentimientos de inferioridad como la expresión adecuada de defectos realmente existentes, y los propios sufrimientos como si fueran debidos a circunstancias inmodificables.

            En el mismo tipo de carácter hasta ahora descrito pueden hallarse, con mucha regularidad, además de las ya indicadas tendencias masoquistas, otras completamente opuestas de carácter sádico, que en general son  menos conscientes y más racionalizadas que los impulsos masoquistas. Hay que tener en cuenta la dependencia que existe de la persona sádica con respecto a su objeto.

            Tanto los impulsos masoquistas como los sádicos tienden a ayudar al individuo a evadirse de su insoportable sensación de soledad e impotencia. Las distintas formas asumidas por los impulsos masoquistas tienen un solo objetivo: librarse del yo individual, librarse de la pesada carga de la libertad.

       Los vínculos masoquistas son fundamentalmente distintos de los vínculos primarios. Estos existían antes que el proceso de individuación se hubiera completado. En ese entonces el individuo todavía formaba parte de su mundo social y material y no había emergido por entero del ambiente. Los vínculos primarios le otorgaban genuina confianza y la seguridad de saber a qué lugar pertenecía. Los vínculos masoquistas son una forma de evasión, de huida. 

El yo individual ha emergido como tal, pero se siente incapaz de actualizar su libertad; se siente abrumado por la angustia, la duda y la sensación de impotencia. El yo intenta hallar seguridad en los vínculos secundarios (así podríamos llamar a los lazos masoquistas) pero su intento nunca puede tener éxito.

            Ambos impulsos, masoquista y sádico, se hallan estrechamente ligados. Con respecto a las consecuencias prácticas, el deseo de ser dependiente o de sufrir es el opuesto al de dominar o de infringir sufrimiento a los demás. Pero desde el punto de vista psicológico, sin embargo, ambas tendencias constituyen el resultado de una necesidad que surge de la incapacidad de soportar el aislamiento y la debilidad del propio yo. Además, la gente no es sádica o masoquista, sino que hay una constante oscilación entre el papel activo y el pasivo, y en ambos casos se pierde la individualidad y la libertad.

           No hay que confundir amor con subordinación: el amor se funda en la igualdad y la libertad. Si se basara en la subordinación y la perdida de la integridad de una de las partes, no seria mas que dependencia masoquista. Así mismo, tampoco hay que confundir el sadismo con el apetito de poder; pero hay que tener en cuenta que aunque las formas más destructivas del sadismo no son idénticas a la voluntad de poder, ésta es sin duda la expresión más significativa del sadismo.


-          Poder:

            Con el surgimiento del fascismo, el apetito de poder y la convicción de que él mismo es fuente del derecho ha alcanzado nuevas alturas.
            La palabra poder tiene un doble sentido: el primero de ellos se refiere a la posesión del poder sobre alguien, a la capacidad de dominarlo; el otro significado se refiere al poder de hacer algo, de ser potente. 

Así, el termino "poder" puede significar cada una de estas dos cosas: dominación o potencia. Lejos de ser idénticas, las dos cualidades son mutuamente excluyentes: la impotencia tiene como consecuencia el impulso sádico hacia la dominación; en la medida en que un individuo es potente, es decir, capaz de actualizar sus potencialidades sobre la base de la libertad y la integridad del yo, no necesita dominar y se halla exento del apetito de poder. El poder, en el sentido de dominación, es la perversión de la potencia

-          Autoridad:

            La autoridad no es necesariamente una persona o una institución que ordena esto o permite aquello; además de este tipo de autoridad, que podríamos llamar exterior, puede aparecer otra de carácter interno, bajo el nombre de deber, conciencia o superyo.
En las décadas recientes la "conciencia" ha perdido mucho de su importancia. Parecería como si ni las autoridades externas ni las internas ejercieran ya funciones de algún significado en la vida del individuo. 

Todos son completamente "libres", siempre que no interfieran con los derechos legítimos de los demás. Pero lo que hallamos en realidad es que la autoridad, más que haber desaparecido, se ha hecho invisible; en lugar de autoridad manifiesta, lo que reina es la autoridad anónima. 

La autoridad anónima es mucho más efectiva que la manifiesta, puesto que no se llega a sospechar jamás la existencia de las órdenes que de ella emanan y que deben ser cumplidas. En el caso de la autoridad externa, en cambio, resultan evidentes tanto las órdenes como la persona que las imparte, pudiendo entonces ser combatida.


            Una característica del carácter autoritario es que prefiere aquellas condiciones que limitan la libertad humana; no es revolucionario, gusta de someterse al destino. La característica común de todo pensamiento autoritario reside en la convicción de que la vida está determinada por fuerzas exteriores al yo individual, a sus intereses y deseos. La única manera de hallar la felicidad ha de buscarse en la sumisión a tales fuerzas. 

El carácter autoritario no carece de actividad, valor o fe. Pero estas cualidades significan para él algo completamente distinto de lo que representan para las personas que no anhelan la sumisión. Ésta no significa otra cosa que la necesidad de obrar en nombre de algo superior al propio yo. El carácter autoritario extrae la fuerza para obrar apoyándose en ese poder superior, que no puede ser atacado o cambiado. El heroísmo propio del carácter autoritario no está en cambiar su destino, sino en someterse a él.


            En la filosofía autoritaria el concepto de igualdad no existe; el mundo se compone de personas que tienen poder y otras que carecen de él: de superiores y de inferiores.



            2. La destructividad

Los impulsos destructivos tienen por raíz la imposibilidad de resistir a la sensación de aislamiento e impotencia. Así como el sadismo se dirige a fortificar al individuo atomizado por medio de la dominación sobre los demás, la destructividad trata de lograr el mismo objetivo por medio de la anulación de toda amenaza exterior.

            En general no se trata de un impulso experimentado de manera consciente, sino que es racionalizado de distintas maneras. La destructividad constituye una tendencia que se halla constantemente en potencia dentro del individuo, esperando la posibilidad de exteriorizarla.

            La destructividad representa una forma de huir de un insoportable sentimiento de impotencia, dado que se dirige a eliminar todos aquellos objetos con los que el individuo debe compararse. Toda amenaza contraria a los intereses vitales (materiales y emocionales) origina angustia, y las tendencias destructivas constituyen la forma más común de reaccionar frente a ella. El individuo aislado e impotente ve obstruido el camino de la realización de sus potencialidades sensoriales, emocionales e intelectuales. Carece de la seguridad interior y de la espontaneidad que constituyen las condiciones de tal realización.


            3. Conformidad automática

Este mecanismo constituye la solución adoptada por la mayoría de los individuos normales de la sociedad moderna: el individuo deja de ser el mismo, adoptando por completo el tipo de personalidad que le proporcionan las pautas culturales, y por lo tanto se transforma en un ser exactamente igual a todo el mundo y tal como los demás esperan que él sea. La discrepancia entre el yo y el mundo desaparece, y con ella el miedo consciente de la soledad y la impotencia. 

La persona que se despoja de su yo individual y se transforma en un autómata, idéntico a los millones de otros autómatas que lo circundan, ya no tiene por qué sentirse solo y angustiado. Sin embargo, el precio que paga por ello es muy alto: la pérdida de su personalidad.


            Podemos tener pensamientos, sentimientos, deseos y hasta sensaciones que, si bien los experimentamos subjetivamente como nuestros, nos han sido impuestos desde fuera, nos son fundamentalmente extraños y no corresponden a lo que en verdad pensamos, deseamos o sentimos. El problema que se plantea es el de saber si el pensamiento es el resultado de la actividad del propio yo, y no si su contenido es correcto. 



MECHANISMS OF EVASION


            (The NORMAL term can be defined of two ways: first of all, from the perspective of a society in functioning, a person will be called normal or healthy if it is capable of expiring with the social role that it has him to redeem inside the given society. Secondly, from the perspective of the individual, we consider to be healthy or normal the person who reaches the ideal grade of individual expansion and happiness. This takes us to the following conclusion: the normal considered person in reason of its good adaptation, of its social efficiency, is often less healthy than the neurotic, when juzca according to a scale of human values).


            Once there have been cut the primary ties that were providing safety to the individual, once this one, like completely separated identity, must face to the exterior world, two different ways are opened to him to overcome the unbearable state of solitude and powerlessness of which necessarily it must go out. 

Following one of them it will be in conditions to progress towards the positive freedom; it can establish spontaneously its connection with the world in the love and the work, in the genuine expression of its emotional, sensitive and intellectual faculties: this way it will join again with the humanity, with the nature and with itself, without undressing the integrity and independence of its individual me. 

Another way that offers him to itself is of stepping back, leaving its freedom and trying to overcome the solitude eliminating the breach that has been opened between its individual personality and the world. This second way never manages to join it again with the ambience of the same way in which it it was before emerging like individual, since the fact of its separation cannot already be inverted.

1. The authoritarianism

An evasion mechanism is the tendency to leave the independence of me proper individual, to melt with something or with exterior someone to one himself, in order to acquire the force which individual I he lacks; tendency to look for new secondary ties as substitutes of the primary ones who have got lost.

            The clearest forms of this mechanism can be observed in the compulsive tendency towards the submission and the domination or, with major precision, in the sadistic and masochistic impulses as they exist in different grade in the normal person and in the neurotic respectively.


      The most frequent forms in which the masochistic tendencies appear are constituted by the feelings of inferiority, powerlessness and individual insignificance. Often the masochistic tendencies are experienced like irrational or pathological declarations; but with major frequency still, they receive a rationalized form. The dependence of masochistic type is conceived like love or allegiance, the feelings of inferiority like the suitable expression of really existing defects, and the proper sufferings as if they were stemming from unmodifiable circumstances.


            In the same type of character till now described masochistic tendencies can be, with many regularity, in addition to already stated, completely put up others of sadistic character, which in general are less conscious and more rationalized than the masochistic impulses. It is necessary to bear in mind the dependence that exists of the sadistic person with regard to its object.

            Both the masochistic impulses and the sadistic ones tend to help the individual to escape of its unbearable sensation of solitude and powerlessness. The different forms assumed on the masochistic impulses have only one target: to escape of individual me, to escape from the heavy load of the freedom.

            The masochistic ties are fundamentally different from the primary ties. These existed before the individuation process it had been completed. In that one then the individual was still part of its social and material world and had not emerged entirely of the ambience. The primary ties were granting him genuine confidence and the knowledge safety to what place it belonged. The masochistic ties are a form of evasion, of flight. 

Individual I it has emerged as such, but he feels unable to update its freedom; he feels overwhelmed by the anxiety, the doubt and the sensation of powerlessness. I it tries to find safety in the secondary ties (this way we might call to the masochistic bonds) but its attempt can never be successful.

Both impulses, masochistic and sadistic, they are closely tied. With regard to the practical consequences, the desire to be a clerk or to suffer is put up to of dominating or of infringing suffering to the others. But from the psychological point of view, nevertheless, both tendencies constitute the result of a need that arises from the incapability to support the isolation and the weakness of the proper one I. 

Also, the people are not sadistic or masochistic, but there is a constant oscillation between the active role and the debit, and in both cases the individuality and the freedom gets lost.

            It is not necessary to confuse love with subordination: the love is founded in the equality and the freedom. If it was based on the subordination and the loss of the integrity of one of the parts, it would be only a masochistic dependence. Likewise, it is not necessary to confuse the sadism with the power appetite either; but it is necessary to bear in mind that although the most destructive forms of the sadism are not identical to the will to be able, this is undoubtedly the most significant expression of the sadism.

- Power :

            With the emergence of the fascism, the appetite of power and the conviction that he is himself a source of the right has reached new heights.
            The word to be able has a double meaning: the first one of them refers to the possession of the power on someone, to the aptitude to dominate it; another meaning refers to the power to do something, to be powerful. This way, the term "to be able" can mean each of these two things: domination or potency. 

Far from being identical, two qualities are mutually exclusive: the powerlessness has as a result the sadistic impulse towards the domination; as an individual is powerful, that is to say, capably of updating its potentialities on the base of the freedom and the integrity of I, he does not need to dominate and it is exempt from the appetite from being able. The power, in the domination sense, is the perversion of the potency



- Authority:

            The authority is not necessary a person or an institution that arranges this or allows that one; in addition to this type of authority, which we might call an exterior, it can turn out to be different of internal character, under the name of duty, conscience or superyo.
In the recent decades the "conscience" it has lost much of its importance. It would seem as if neither the external authorities nor the interns were already exercising functions of some meaning in the life of the individual. 

They all are completely "free", whenever they do not interfere with the legitimate rights of the others. But what we find in fact is that the authority, more that to have disappeared, has become invisible; instead of clear authority, what reigns is the anonymous authority. The anonymous authority is much more effective that it shows it, since he never goes so far as to suspect the existence of the orders that from her come and that must be complete. 

In case of the external authority, on the other hand, there turn out to be clear both the orders and the person who gives them, being able then to be fought.


            A characteristic of the authoritarian character is that he prefers those conditions that limit the human freedom; it is not revolutionary, it is desirable to surrender to the destination. The common characteristic of any authoritarian thought resides in the conviction that the life is determined by exterior forces to individual me, to its interests and desires. The only way of finding the happiness has to be looked in the submission to such forces. 



The authoritarian character does not lack activity, value or faith. But these qualities mean for him slightly completely different from what they represent for the persons who do not long for the submission. This one does not mean another thing than the need to work on behalf of anything top the proper one I. 

The authoritarian character extracts the force to act resting on this top power, which cannot be attacked or changed. The proper heroism of the authoritarian character does not consist in changing its destination, but in surrendering to him.

In the authoritarian philosophy the equality concept does not exist; the world consists of persons who have to be able and others who lack him: of Superiors and of low.

            2. The destructiveness

The destructive impulses take as a root the inability to resist to the sensation of isolation and powerlessness. As well as the sadism goes to fortify to the individual atomized by means of the domination on the others, the destructiveness tries to achieve the same target by means of the annulment of any exterior threat.
            In general it is not a question of an experienced impulse of a conscious way, but it is rationalized of different ways. The destructiveness constitutes a tendency that is constantly in potency inside the individual, waiting for the possibility of expressing it.


            The destructiveness represents a way of fleeing of an unbearable powerlessness feeling, since it goes to eliminate all those objects with which the individual must be compared. Any threat opposite to the vital interests (material and emotional) causes anxiety, and the destructive tendencies constitute the most common way of reacting opposite to her. The isolated and impotent individual sees congested the way of the achievement of its sensory, emotional and intellectual potentialities. He lacks the interior safety and the spontaneity that the conditions of such an achievement constitute.


            3. Automatic conformity

This mechanism constitutes the solution adopted as most of the normal individuals of the modern society: the individual stops being the same, adopting completely the type of personality that the cultural rules provide to him, and therefore it transforms in a being exactly equally to the whole world and as the others hope that he should be. The discrepancy between me and the world disappears, and with her the conscious fear of the solitude and the powerlessness. 

The person who undresses of its individual me and transforms in an automaton identical to the million other automatons that surround it, it already does not have why to feel alone and distressed. Nevertheless, the price that he pays for it is very high: the loss of its personality.


            We can have thoughts, feelings, desires and up to sensations that, although we experience them subjectively how ours, they have been imposed on us from the outside, us are fundamentally strange and do not correspond to what really we think, want or feel. The problem that appears is that of knowing if the thought is the result of the activity of the proper one I, and not if its content is correct.


Sunday, 4 May 2014

Realmente desnudo....Really Naked


It is easy the clothes to be extracted and to have sex, the persons do that all the time. But, to open your soul to someone, and to leave that it discovers your fears, your future, your sleep and your spirit... this is to be really naked




Art Black Side