MECANISMOS DE EVASION
(El
termino NORMAL puede definirse de dos maneras: en primer lugar, desde la
perspectiva de una sociedad en funcionamiento, una persona será llamada normal
o sana si es capaz de cumplir con el papel social que le toca desempeñar dentro
de la sociedad dada. En segundo lugar, desde la perspectiva del individuo,
consideramos sana o normal a la persona que alcanza el grado optimo de
expansión y felicidad individuales. Esto nos lleva a la siguiente conclusión:
la persona considerada normal en razón de su buena adaptación, de su eficiencia
social, es a menudo menos sana que la neurótica, cuando se juzga según una
escala de valores humanos).
Una vez que han sido cortados los vínculos primarios que proporcionaban
seguridad al individuo, una vez que éste, como identidad completamente
separada, debe enfrentar al mundo exterior, se le abren dos distintos caminos para
superar el insoportable estado de soledad e impotencia del que forzosamente
debe salir.
Siguiendo uno de ellos estará en condiciones de progresar hacia la
libertad positiva; puede establecer espontaneamente su conexión con el mundo en
el amor y el trabajo, en la expresión genuina de sus facultades emocionales,
sensitivas e intelectuales: de este modo volvera a unirse con la humanidad, con
la naturaleza y consigo mismo, sin despojarse de la integridad e independencia
de su yo individual.
El otro camino que se le ofrece es el de retroceder,
abandonar su libertad y tratar de superar la soledad eliminando la brecha que
se ha abierto entre su personalidad individual y el mundo. Este segundo camino
no consigue nunca volver a unirlo con el ambiente de aquella misma manera en
que lo estaba antes de emerger como individuo, puesto que el hecho de su
separación ya no puede ser invertido.
1. El autoritarismo
Un mecanismo de evasión es la tendencia a
abandonar la independencia del yo individual propio, para fundirse con algo o
con alguien exterior a uno mismo, a fin de adquirir la fuerza de que el yo
individual carece; tendencia a buscar nuevos vínculos secundarios como
sustitutos de los primarios que se han perdido.
Las
formas más nítidas de este mecanismo pueden observarse en la tendencia
compulsiva hacia la sumisión y la dominación o, con mayor precisión, en los
impulsos sádicos y masoquistas tal como existen en distinto grado en la persona
normal y en la neurótica respectivamente.
Las
formas más frecuentes en las que se presentan las tendencias masoquistas están
constituidas por los sentimientos de inferioridad, impotencia e insignificancia
individual. Muchas veces las tendencias masoquistas son experimentadas como
manifestaciones irracionales o patológicas; pero con mayor frecuencia aún,
reciben una forma racionalizada. La dependencia de tipo masoquista es concebida
como amor o lealtad, los sentimientos de inferioridad como la expresión
adecuada de defectos realmente existentes, y los propios sufrimientos como si
fueran debidos a circunstancias inmodificables.
En
el mismo tipo de carácter hasta ahora descrito pueden hallarse, con mucha
regularidad, además de las ya indicadas tendencias masoquistas, otras
completamente opuestas de carácter sádico, que en general son menos conscientes y más racionalizadas que
los impulsos masoquistas. Hay que tener en cuenta la dependencia que existe de
la persona sádica con respecto a su objeto.
Tanto
los impulsos masoquistas como los sádicos tienden a ayudar al individuo a evadirse
de su insoportable sensación de soledad e impotencia. Las distintas formas
asumidas por los impulsos masoquistas tienen un solo objetivo: librarse del yo individual, librarse de
la pesada carga de la libertad.
Los
vínculos masoquistas son fundamentalmente distintos de los vínculos primarios. Estos existían antes que el proceso de
individuación se hubiera completado. En ese entonces el individuo todavía
formaba parte de su mundo social y
material y no había emergido por entero del ambiente. Los vínculos primarios le
otorgaban genuina confianza y la seguridad de saber a qué lugar pertenecía. Los
vínculos masoquistas son una forma de evasión, de huida.
El yo individual ha
emergido como tal, pero se siente incapaz de actualizar su libertad; se siente
abrumado por la angustia, la duda y la sensación de impotencia. El yo intenta
hallar seguridad en los vínculos
secundarios (así podríamos llamar a los lazos masoquistas) pero su intento
nunca puede tener éxito.
Ambos
impulsos, masoquista y sádico, se hallan estrechamente ligados. Con respecto a
las consecuencias prácticas, el deseo de ser dependiente o de sufrir es el
opuesto al de dominar o de infringir sufrimiento a los demás. Pero desde el
punto de vista psicológico, sin embargo, ambas tendencias constituyen el
resultado de una necesidad que surge de la incapacidad de soportar el
aislamiento y la debilidad del propio yo. Además, la gente no es sádica o
masoquista, sino que hay una constante oscilación entre el papel activo y el
pasivo, y en ambos casos se pierde la individualidad y la libertad.
No
hay que confundir amor con subordinación: el amor se funda en la igualdad y la
libertad. Si se basara en la subordinación y la perdida de la integridad de una
de las partes, no seria mas que dependencia masoquista. Así mismo, tampoco hay
que confundir el sadismo con el apetito de poder; pero hay que tener en cuenta
que aunque las formas más destructivas del sadismo no son idénticas a la
voluntad de poder, ésta es sin duda la expresión más significativa del sadismo.
-
Poder:
Con
el surgimiento del fascismo, el apetito de poder y la convicción de que él
mismo es fuente del derecho ha alcanzado nuevas alturas.
La
palabra poder tiene un doble
sentido: el primero de ellos se refiere a la posesión del poder sobre alguien,
a la capacidad de dominarlo; el otro significado se refiere al poder de hacer
algo, de ser potente.
Así, el termino "poder" puede significar cada
una de estas dos cosas: dominación o
potencia. Lejos de ser idénticas,
las dos cualidades son mutuamente excluyentes: la impotencia tiene como
consecuencia el impulso sádico hacia la dominación; en la medida en que un
individuo es potente, es decir, capaz de actualizar sus potencialidades sobre
la base de la libertad y la integridad del yo, no necesita dominar y se halla
exento del apetito de poder. El poder, en el sentido de dominación, es la
perversión de la potencia
-
Autoridad:
La
autoridad no es necesariamente una persona o una institución que ordena esto o
permite aquello; además de este tipo de autoridad, que podríamos llamar
exterior, puede aparecer otra de carácter interno, bajo el nombre de deber,
conciencia o superyo.
En las décadas recientes la "conciencia" ha
perdido mucho de su importancia. Parecería como si ni las autoridades externas
ni las internas ejercieran ya funciones de algún significado en la vida del
individuo.
Todos son completamente "libres", siempre que no
interfieran con los derechos legítimos de los demás. Pero lo que hallamos en
realidad es que la autoridad, más que haber desaparecido, se ha hecho
invisible; en lugar de autoridad manifiesta, lo que reina es la autoridad
anónima.
La autoridad anónima es mucho más efectiva que la manifiesta, puesto
que no se llega a sospechar jamás la existencia de las órdenes que de ella
emanan y que deben ser cumplidas. En el caso de la autoridad externa, en
cambio, resultan evidentes tanto las órdenes como la persona que las imparte,
pudiendo entonces ser combatida.
Una
característica del carácter autoritario es que prefiere aquellas condiciones
que limitan la libertad humana; no es revolucionario, gusta de someterse al
destino. La característica común de todo pensamiento autoritario reside en la
convicción de que la vida está determinada por fuerzas exteriores al yo
individual, a sus intereses y deseos. La única manera de hallar la felicidad ha
de buscarse en la sumisión a tales fuerzas.
El carácter autoritario no carece
de actividad, valor o fe. Pero estas cualidades significan para él algo
completamente distinto de lo que representan para las personas que no anhelan
la sumisión. Ésta no significa otra cosa que la necesidad de obrar en nombre de
algo superior al propio yo. El carácter autoritario extrae la fuerza para obrar
apoyándose en ese poder superior, que no puede ser atacado o cambiado. El
heroísmo propio del carácter autoritario no está en cambiar su destino, sino en
someterse a él.
En la
filosofía autoritaria el concepto de igualdad no existe; el mundo se compone de
personas que tienen poder y otras que carecen de él: de superiores y de
inferiores.
2. La destructividad
Los impulsos destructivos tienen por raíz la
imposibilidad de resistir a la sensación de aislamiento e impotencia. Así como
el sadismo se dirige a fortificar al individuo atomizado por medio de la
dominación sobre los demás, la destructividad trata de lograr el mismo objetivo
por medio de la anulación de toda amenaza exterior.
En
general no se trata de un impulso experimentado de manera consciente, sino que
es racionalizado de distintas maneras. La destructividad constituye una
tendencia que se halla constantemente en potencia dentro del individuo,
esperando la posibilidad de exteriorizarla.
La
destructividad representa una forma de huir de un insoportable sentimiento de
impotencia, dado que se dirige a eliminar todos aquellos objetos con los que el
individuo debe compararse. Toda amenaza contraria a los intereses vitales
(materiales y emocionales) origina angustia, y las tendencias destructivas
constituyen la forma más común de reaccionar frente a ella. El individuo aislado
e impotente ve obstruido el camino de la realización de sus potencialidades
sensoriales, emocionales e intelectuales. Carece de la seguridad interior y de
la espontaneidad que constituyen las condiciones de tal realización.
3. Conformidad automática
Este mecanismo constituye la solución adoptada por la
mayoría de los individuos normales de la sociedad moderna: el individuo deja de
ser el mismo, adoptando por completo el tipo de personalidad que le
proporcionan las pautas culturales, y por lo tanto se transforma en un ser
exactamente igual a todo el mundo y tal como los demás esperan que él sea. La
discrepancia entre el yo y el mundo desaparece, y con ella el miedo consciente
de la soledad y la impotencia.
La persona que se despoja de su yo individual y
se transforma en un autómata, idéntico a los millones de otros autómatas que lo
circundan, ya no tiene por qué sentirse solo y angustiado. Sin embargo, el
precio que paga por ello es muy alto: la pérdida de su personalidad.
Podemos
tener pensamientos, sentimientos, deseos y hasta sensaciones que, si bien los
experimentamos subjetivamente como nuestros, nos han sido impuestos desde
fuera, nos son fundamentalmente extraños y no corresponden a lo que en verdad
pensamos, deseamos o sentimos. El problema que se plantea es el de saber si el
pensamiento es el resultado de la actividad del propio yo, y no si su contenido
es correcto.
MECHANISMS OF EVASION
(The NORMAL term can be defined of two ways: first of all, from the perspective of a society in functioning, a person will be called normal or healthy if it is capable of expiring with the social role that it has him to redeem inside the given society. Secondly, from the perspective of the individual, we consider to be healthy or normal the person who reaches the ideal grade of individual expansion and happiness. This takes us to the following conclusion: the normal considered person in reason of its good adaptation, of its social efficiency, is often less healthy than the neurotic, when juzca according to a scale of human values).
Once there have been cut the primary ties that were providing safety to the individual, once this one, like completely separated identity, must face to the exterior world, two different ways are opened to him to overcome the unbearable state of solitude and powerlessness of which necessarily it must go out.
Following one of them it will be in conditions to progress towards the positive freedom; it can establish spontaneously its connection with the world in the love and the work, in the genuine expression of its emotional, sensitive and intellectual faculties: this way it will join again with the humanity, with the nature and with itself, without undressing the integrity and independence of its individual me.
Another way that offers him to itself is of stepping back, leaving its freedom and trying to overcome the solitude eliminating the breach that has been opened between its individual personality and the world. This second way never manages to join it again with the ambience of the same way in which it it was before emerging like individual, since the fact of its separation cannot already be inverted.
1. The authoritarianism
An evasion mechanism is the tendency to leave the independence of me proper individual, to melt with something or with exterior someone to one himself, in order to acquire the force which individual I he lacks; tendency to look for new secondary ties as substitutes of the primary ones who have got lost.
The clearest forms of this mechanism can be observed in the compulsive tendency towards the submission and the domination or, with major precision, in the sadistic and masochistic impulses as they exist in different grade in the normal person and in the neurotic respectively.
The most frequent forms in which the masochistic tendencies appear are constituted by the feelings of inferiority, powerlessness and individual insignificance. Often the masochistic tendencies are experienced like irrational or pathological declarations; but with major frequency still, they receive a rationalized form. The dependence of masochistic type is conceived like love or allegiance, the feelings of inferiority like the suitable expression of really existing defects, and the proper sufferings as if they were stemming from unmodifiable circumstances.
In the same type of character till now described masochistic tendencies can be, with many regularity, in addition to already stated, completely put up others of sadistic character, which in general are less conscious and more rationalized than the masochistic impulses. It is necessary to bear in mind the dependence that exists of the sadistic person with regard to its object.
Both the masochistic impulses and the sadistic ones tend to help the individual to escape of its unbearable sensation of solitude and powerlessness. The different forms assumed on the masochistic impulses have only one target: to escape of individual me, to escape from the heavy load of the freedom.
The masochistic ties are fundamentally different from the primary ties. These existed before the individuation process it had been completed. In that one then the individual was still part of its social and material world and had not emerged entirely of the ambience. The primary ties were granting him genuine confidence and the knowledge safety to what place it belonged. The masochistic ties are a form of evasion, of flight.
Individual I it has emerged as such, but he feels unable to update its freedom; he feels overwhelmed by the anxiety, the doubt and the sensation of powerlessness. I it tries to find safety in the secondary ties (this way we might call to the masochistic bonds) but its attempt can never be successful.
Both impulses, masochistic and sadistic, they are closely tied. With regard to the practical consequences, the desire to be a clerk or to suffer is put up to of dominating or of infringing suffering to the others. But from the psychological point of view, nevertheless, both tendencies constitute the result of a need that arises from the incapability to support the isolation and the weakness of the proper one I.
Also, the people are not sadistic or masochistic, but there is a constant oscillation between the active role and the debit, and in both cases the individuality and the freedom gets lost.
It is not necessary to confuse love with subordination: the love is founded in the equality and the freedom. If it was based on the subordination and the loss of the integrity of one of the parts, it would be only a masochistic dependence. Likewise, it is not necessary to confuse the sadism with the power appetite either; but it is necessary to bear in mind that although the most destructive forms of the sadism are not identical to the will to be able, this is undoubtedly the most significant expression of the sadism.
- Power :
With the emergence of the fascism, the appetite of power and the conviction that he is himself a source of the right has reached new heights.
The word to be able has a double meaning: the first one of them refers to the possession of the power on someone, to the aptitude to dominate it; another meaning refers to the power to do something, to be powerful. This way, the term "to be able" can mean each of these two things: domination or potency.
Far from being identical, two qualities are mutually exclusive: the powerlessness has as a result the sadistic impulse towards the domination; as an individual is powerful, that is to say, capably of updating its potentialities on the base of the freedom and the integrity of I, he does not need to dominate and it is exempt from the appetite from being able. The power, in the domination sense, is the perversion of the potency
- Authority:
The authority is not necessary a person or an institution that arranges this or allows that one; in addition to this type of authority, which we might call an exterior, it can turn out to be different of internal character, under the name of duty, conscience or superyo.
In the recent decades the "conscience" it has lost much of its importance. It would seem as if neither the external authorities nor the interns were already exercising functions of some meaning in the life of the individual.
They all are completely "free", whenever they do not interfere with the legitimate rights of the others. But what we find in fact is that the authority, more that to have disappeared, has become invisible; instead of clear authority, what reigns is the anonymous authority. The anonymous authority is much more effective that it shows it, since he never goes so far as to suspect the existence of the orders that from her come and that must be complete.
In case of the external authority, on the other hand, there turn out to be clear both the orders and the person who gives them, being able then to be fought.
A characteristic of the authoritarian character is that he prefers those conditions that limit the human freedom; it is not revolutionary, it is desirable to surrender to the destination. The common characteristic of any authoritarian thought resides in the conviction that the life is determined by exterior forces to individual me, to its interests and desires. The only way of finding the happiness has to be looked in the submission to such forces.
The authoritarian character does not lack activity, value or faith. But these qualities mean for him slightly completely different from what they represent for the persons who do not long for the submission. This one does not mean another thing than the need to work on behalf of anything top the proper one I.
The authoritarian character extracts the force to act resting on this top power, which cannot be attacked or changed. The proper heroism of the authoritarian character does not consist in changing its destination, but in surrendering to him.
In the authoritarian philosophy the equality concept does not exist; the world consists of persons who have to be able and others who lack him: of Superiors and of low.
2. The destructiveness
The destructive impulses take as a root the inability to resist to the sensation of isolation and powerlessness. As well as the sadism goes to fortify to the individual atomized by means of the domination on the others, the destructiveness tries to achieve the same target by means of the annulment of any exterior threat.
In general it is not a question of an experienced impulse of a conscious way, but it is rationalized of different ways. The destructiveness constitutes a tendency that is constantly in potency inside the individual, waiting for the possibility of expressing it.
The destructiveness represents a way of fleeing of an unbearable powerlessness feeling, since it goes to eliminate all those objects with which the individual must be compared. Any threat opposite to the vital interests (material and emotional) causes anxiety, and the destructive tendencies constitute the most common way of reacting opposite to her. The isolated and impotent individual sees congested the way of the achievement of its sensory, emotional and intellectual potentialities. He lacks the interior safety and the spontaneity that the conditions of such an achievement constitute.
3. Automatic conformity
This mechanism constitutes the solution adopted as most of the normal individuals of the modern society: the individual stops being the same, adopting completely the type of personality that the cultural rules provide to him, and therefore it transforms in a being exactly equally to the whole world and as the others hope that he should be. The discrepancy between me and the world disappears, and with her the conscious fear of the solitude and the powerlessness.
The person who undresses of its individual me and transforms in an automaton identical to the million other automatons that surround it, it already does not have why to feel alone and distressed. Nevertheless, the price that he pays for it is very high: the loss of its personality.
We can have thoughts, feelings, desires and up to sensations that, although we experience them subjectively how ours, they have been imposed on us from the outside, us are fundamentally strange and do not correspond to what really we think, want or feel. The problem that appears is that of knowing if the thought is the result of the activity of the proper one I, and not if its content is correct.
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