Cualquier periodo marcado por la excitación supone
el auge de as fantasías arquitectónicas, es decir, construcciones plasmadas
gráficamente que nunca se materializaron (por lo que no son arquitectura) y que
expresan la inquietudes del autor. Dado el periodo de transición que estamos
atravesando, es normal la aparición de dichas fantasías en el desmoronamiento
del Barroco.
Las Fantasías más destacables son las de Piranesi,
en las que queda perfectamente plasmada la inquietud del siglo XVIII.
En la primera obra de Piranesi, la Prima parte di
Architetture se aprecia una tendencia hacia lo grandioso y hacia las
combinaciones insólitas. En esta obra, además de las fantasías arquitectónicas,
hay unos cuantos aguafuertes que representan estructuras desmanteladas
presentadas con una técnica atrevida y libre. Ante esto cabe preguntarse cuál
es el motivo de la transformación de Piranesi de firme defensor del Barroco a
esta faceta actual.
Posiblemente ello se deba a la influencia de Jean−Laurent
Le Geay, cuyo estilo adoptó y se puede ver plasmado en obras como la planta de
un gran colegio, notable por su composición al tratarse de doce círculos
concéntricos, o las "Prisiones", habitaciones de enormes dimensiones
en las que se acumulan objetos no arquitectónicos (pértigas, cuerdas, etc.)
que juntos producen una impresión tridimensional pero muy lejos de un todo
unificado.
Más ejemplos de sus fantasías son la Vie Appia e
Adreatina y el Antiguo circo de la Vía Appia , de las que merece la
pena destacar la superabundancia de rasgos incongruentes y la carencia de
cualquier organización. En ello podemos apreciar que, definitivamente, los
elementos se han desvinculado del todo: el Barroco toca a su fin. En esta
situación, la tarea de la arquitectura es buscar una salida ante este caos.
Piranesi, sin embargo, fue haciéndose más conservador con el tiempo, pues sus
diseños gana serenidad, a pesar de que ele elemento revolucionario siempre
tiene relevancia en su obra.
Sin embargo, en su Ensayo Apologético en Defensa
de la Arquitectura Egipcia y Toscana reaparece su espíritu de defensor del
sistema Barroco, y en especial del principio jerárquico, criticando la
decoración excesiva.
El umbral del siglo XIX
Piranesi compartía el interés de sus contemporáneos
por las formas antiguas, pero estaba en total desacuerdo con la composición
tradicional; pero sin embargo no le agradaban las masas sin orden . Lo que
Piranesi pretendía era halar un orden nuevo lejos de los principios de unidad y
concatenación de la etapa anterior; un nuevo orden basado en los contrastes y
la libertad individual. Dicho esto, resulta evidente que las
"Prisiones" constituían su protesta contra las ataduras barrocas.
Pero todo quedó en protestas.
Fue en verdad Giuseppe Valadier, arquitecto romano y
presto seguidor de Piranesi, quien se preocupó de hallar el ansiado sistema
libre de ataduras, probablemente porque trabajó en un periodo libre de
excitación revolucionaria.
Son numerosos los ejemplos de dibujos que ilustran
esta búsqueda del nuevo sistema. Quizá el rasgo común de todos ellos es la
pretensión de dotar de igual importancia a todas las partes, lo que provoca que
la incongruencia de las diferentes masas implicadas haga perder la percepción
de la unidad del conjunto.
Algunos de estos ejemplos son: las superestructuras
de los monumentos a Luis XVI, que tienen
la misma altura que las infraestructuras tipo templo; la puerta con la
inscripción P VI (Pío VI), a cuyos lados hay unos conos truncados con remates
cilíndricos mucho más voluminosos y visibles que la portada y todos sus adornos;
las casas cilíndricas, hexagonales y en general, de forma geométrica elemental,
con las que se logra una independencia total del entorno.
También es imprescindible destacar el interés de
Valadier por las denominadas formas huidizas, como son las pirámides, conos y
cilindros, especialmente las dos primeras, pues dada su pendiente
"huyen" del espectador situado en su base. Ciertamente estas formas
no son adecuadas a efectos prácticos, pero sí alcanzan el objetivo de total
independencia.
Algunos edificios de Valadier a comienzos del siglo
XIX ya esbozan las nuevas configuraciones, como ocurre en la fachada de San
Pantaleo en Roma, que presenta un muro liso cuyos únicos rasgos distintivos son
la puerta con frontón, la ventana semicircular sobre ésta y una claraboya que
perfora el frontón superior.
Existen 3 recopilaciones de dibujos de Valadier: Raccolta
di
diverse invenzioni (1796), Progetti architettonici (1807) y Opere
di architettura.
El rasgo común es el interés por la invención de
estructura extrañas y plantas insólitas. En el primero encontramos, de
entre otros diseños, un pabellón con planta de cruz griega con los cuatro
brazos sobresaliendo entre cuatro cilindros añadidos a los ángulos.
En la
segunda aparecen diseños mesurados y sensatos pero que nada tienen que ver con
la arquitectura barroca, como la Pinacoteca y la Entrada de una Villa, en los
que se rinde tributo a la moda egipcia. En las Opere queda patente el
esfuerzo por hallar una nueva configuración superficial mediante elementos
alternantes.
Sin embargo, no fue Valadier el único; también otros
arquitectos italianos buscaron nuevos modelos. Algunos de estos nombres son
Antonio Rinaldi con su Montaña Rusa, que consistió en un pabellón cilíndrico
del que partían tres alas. Del mismo arquitecto es el proyecto para el palacio
de Gatschina, curiosa aglomeración de masas prismáticas y cilíndricas.
También Ottone Calderari sufrió la influencia de las
nuevas tendencias, como se refleja en el segundo patio de su Palazzio
Cordellina, que se distingue por sus pesados muros y la agrupación de sus
masas. Dentro del mismo grupo se halla la Iglesia de Great Packington,
realizada por Giuseppe Bonomi, en 1790, la cual es un cubo con cuatro torres en
los ángulos que no guardan ninguna relación con el cuerpo principal.
Asimismo, el Teatro San Carlo de Nápoles, de Antonio
Niccolini, es una clara manifestación del nuevo ideal compositivo. Consta de
dos plantas individualizadas y contrapuestas. Las columnas de la segunda planta
se oponen a las horizontales de la balconada y la cornisa principal, bajo la
cual se alternan con ritmo libre, paneles en relieve y pequeños nichos.
Giambattista Piranesi.
Any period marked by the excitement supposes the expert heyday architectural fantasies, that is to say, constructions captured graphically that never materialized (therefore there are no architecture) and that express the worries of the author. Given the transitional period that we are crossing, the appearance of the above mentioned fantasies is normal in the collapse of the Baroque.
The most outstanding Fantasies are those of Piranesi, of which the worry of the XVIIIth century remains perfectly captured.
In the first work of Piranesi, the Prime part say that Architetture appreciates a tendency towards the grand thing and towards the unusual combinations. In this work, in addition to the architectural fantasies, there are a few etchings that represent dismantled structures presented with a bold and free skill. Before this it is necessary to wonder what is the motive of the transformation of Piranesi of defending road surface of the Baroque to this current facet.
Possibly it should to the influence of Jean−Laurent Le Geay, whose style adopted and it is possible to see captured in works like the plant of a big school, notable by its composition on having talked each other of twelve concentric circles, or the "Prisons", rooms of enormous dimensions in which they accumulate not architectural objects (jumping poles, ropes, etc.) that together produce a three-dimensional impression but very far from the quite unified one.
More examples of its fantasies are Vie Appia and Adreatina and the Ancient circus of the Route Appia, from which he is worth emphasizing the superabundance of incongruous features and the lack of any organization. In it we can appreciate that, definitely, the elements have cut themselves off completely: the Baroque touches to its end. In this situation, the task of the architecture is to look for an exit before this chaos.
Piranesi, nevertheless, was becoming more conservative with the time, since its designs it gains serenity, although ele revolutionary element always has relevancy in its work.
Nevertheless, in its Apologetic Essay in Defense of the Egyptian Architecture and Tuscany there reappears its defender's spirit of the Baroque system, and especially of the hierarchic beginning, criticizing the excessive decoration.
The threshold of the XIXth century
Piranesi was sharing the interest of its contemporaries in the ancient forms, but it was in entire disagreement with the traditional composition; but nevertheless he was not liking the masses without order. What Piranesi was claiming age to pull a new order far from the beginning of unit and linking of the previous stage; a new order based on the contrasts and the individual freedom.
Said this, it turns out to be clear that the "Prisons" were constituting its protest against the baroque ties. But everything stayed in protests.
It was really a Giuseppe Valadier, Roman architect and ready follower of Piranesi, who worried about finding the long-awaited free ties system, probably because it was employed at a free period of revolutionary excitement.
There are numerous the examples of drawings that illustrate this search of the new system. Perhaps the common feature of all of them is the pretension to provide of equal importance to all the parts, what provokes that the incongruity of the different implied masses makes lose the perception of the unit of the set.
Some of these examples are: the superstructures of the monuments Luis XVI, which have the same height as the infrastructures type moderated; the door with the inscription P VI (Pío VI), to whose sides there are a few cones truncated with much more voluminous and visible cylindrical auctions than the front and all its adornments; the cylindrical, hexagonal houses and in general, of elementary geometric form, with that a total independence of the environment is achieved.
Also it is essential to emphasize the interest of Valadier in the so called elusive forms, as there are the pyramids, cones and cylinders, especially the two first ones, since given its earring they "flee" of the spectator placed in its base. Certainly these forms are not adapted to practical effects, but yes they reach the target of entire independence.
Some Valadier buildings at the beginning of the XIXth century already outline the new configurations, as it happens in the front of San Pantaleo in Rome, that it presents a smooth wall which only distinctive features are the door with pediment, the semicircular window on this one and a skylight that perforates the top pediment.
There exist 3 compilations of drawings of Valadier: Raccolta I gave
diverse invenzioni (1796), Progetti architettonici (1807) and Operated gave architettura. The common feature is the interest in the invention of structure outsiders and unusual plants. In the first one we find, of between other designs, a pavilion with plant of Greek cross with four arms standing out between four cylinders added to the angles.
In the second one there appear moderate and sensible designs but that not at all have to do with the baroque architecture, like the Art gallery and the Entry of a Town, in that there is paid tribute to the Egyptian fashion. In the Opere there remains clear the effort to find a new superficial configuration by means of alternating elements.
Nevertheless, Valadier was not the only one; also other Italian architects looked for new models. Some of these names are Antonio Rinaldi with its Roller coaster, which consisted of a cylindrical pavilion from which three wings were departing. Of the same architect it is the project for the palace of Gatschina, curious agglomeration of prismatic and cylindrical masses.
Also Ottone Calderari suffered the influence of the new tendencies, as it is reflected in the second courtyard of its Palazzio Cordellina, which differs in its heavy walls and the group of its masses. Inside the same group there is the Church of Great Packington, realized by Giuseppe Bonomi, in 1790, which one is a bucket with four towers in the angles that do not keep any relation with the main body.
Also, the Theater San Carlo of Naples, of Antonio Niccolini, is a clear declaration of the new ideal compositivo. It consists of two individualized and opposite plants. The columns of the second plant are opposed to the horizontal ones of the row of balconies and the main cornice, under which they alternate with free rhythm, panels in relief and small niches.