Materialismo
ateo
En el ateísmo de Marx, en su postura frente a
la religión, queda patente la problemática materialista. Su sentido es profundo.
La eliminación de las religiones, y no sólo de las cristianas, es un
presupuesto necesario para crear un mundo en el ser humano sea dueño de sí
mismo. Sólo sustituyendo la fe en Dios por la fe en sí mismo permitirá al ser
humano mirarse y comprenderse sin trabas ni escrúpulos de género alguno. Porque
este tipo de religiones acaso sean las superestructuras más alienantes,
evitando que el ser humano adquiera conciencia de su miseria al consolarle con
la esperanza de otro mundo mejor, pero fuera de éste.
En pro de la
lucha de clases
La “teoría de la plusvalía” [el trabajador
recibe un salario, el mínimo suficiente para mantenerlo en condiciones de
producir (valor de cambio), muy por debajo del valor (valor de utilidad) que
alcanza en el mercado libre el producto de su trabajo. Esa diferencia (la
plusvalía) se la embolsa el capitalista) es la principal arma teórica de que se
sirve Marx para fundamentar la lucha de clases. Con ella denuncia la
explotación del trabajador a manos del capital, que puede ejercerla porque le
arrebató los medios de producción.
La explotación lleva consigo acumulación de
riquezas, pero, para Marx, justo esa acumulación lleva al surgimiento del
proletariado, fuerza antitética, reacción de signo contrario, que acabará
expropiando a los expropiadores. El materialismo dialéctico es el medio de que
se vale Marx para intensificar la lucha de clases (el proceso dialéctico) y
llevarla a su resolución (la sociedad comunista). “Se trata de no dejar a los
[trabajadores] un momento más en su engaño y resignación. A la opresión
existente hay que hacerla aún más opresiva, añadiéndole publicidad”. Así surge el proletariado con conciencia de
clase.
Sin embargo, esta consciencia de sí mismo y
de su oposición al capitalismo, no es el punto final del proletariado. Éste, al
advertir su propia mísera, estará en disposición de eliminar la alienación,
propia y ajena. El objetivo es que estas fuerzas contrapuestas, proletariado y
capital, lleguen cuanto antes a la síntesis, fase de superación de la antítesis,
pues ambas clases, capitalista y proletaria, representan la misma alienación
humana, con la diferencia de que el capitalista se siente a gusto en su
posición deshumanizada.
En suma, al crear el proletariado, el
capitalismo origina su propia antítesis que lo llevará a la autodestrucción,
pues en cuanto la miseria se hace consciente de su miseria física y moral, en
cuanto la deshumanización se hace consciente de la deshumanización, ya se está
en vías de liberarse de la miseria y la deshumanización.
El hombre nuevo
Marx habla del hombre nuevo. Un hombre
auténtico, total y perfecto. Un hombre liberado de su autoalienación. Ya no hay
medianías ni contrastes. La sociedad ya es “sin clases”. Sin embargo, nada se
nos dice del sentido y definición de este hombre nuevo.
Marx, como otros grandes revolucionarios,
omite ciertos detalles, y a este respecto apenas se nos dice que, a diferencia
de lo que sucede en el Estado capitalista, individuo y comunidad están
perfectamente integrados. El hombre, por fin libre, se realiza en la comunidad,
donde se encuentra plenamente a sí mismo.
Ahora bien, ¿cómo se realiza esta promesa?
Sólo caben especulaciones. Algunos dirán, empleando el ejemplo del comunismo
soviético, que semejante integración del individuo y la sociedad sin clases
produce escalofríos, pues el individuo parece que fue pulverizado por la
sociedad.
Ciertamente, este concepto teórico es
hegeliano, pero Hegel ni por asomo pensó en cómo lograrlo, aunque puede que el
método pueda deducirse de su sistema de pensamiento. Sin embargo, el socialismo
marxista hunde sus raíces también en el socialismo utópico de Henri de
Saint-Simon (1760-1825), Robert Owen (1771-1858) y Charles Fourier (1772-1837).
Podría decirse que el hegelianismo vino a revestir con conceptos teóricos las
ideas socialistas. De hecho, conceptos como la alienación del hombre y su
superación mediante la eliminación de la división del trabajo, se pueden
entender mejor a la luz de las teorías de Fourier sobre el perfeccionamiento de
la humanidad y la transformación del trabajo en disfrute.
Sin duda, las profundas consecuencias en la
historia del mundo que la obra de Marx ha tenido desde la segunda mitad del
siglo XIX la hacen merecedora de estudio y análisis y de su riqueza teórica
habla el hecho de las múltiples concepciones que tienen una matriz marxista:
anarquismo, comunismo, socialdemocracia, etc.
Atheistic materialism
In Marx's atheism, in its position opposite to the religion, the materialistic problems remains clear. Its sense is deep. The elimination of the religions, and not only of the Christians, is a necessary budget to create a world in the human being be a proprietor of himself. Only replacing the faith in God with the faith in himself it will allow to the human being to look and to be understood without hobbles or conscience of any genre. Because this type of religions perhaps there are the most alienating superstructures, preventing the human being from acquiring conscience of its misery on having consoled him with the hope of another better world, but out of this one.
To the advantage of the classes struggle
The “theory of the appreciation” [the worker receives a salary, the minimum sufficient to maintain it in conditions to produce (value of change), much underneath of the value (value of utility) that reaches on the free market the product of its work. This difference (the appreciation) the capitalist pockets it) it is the main theoretical weapon of which Marx makes use to base the classes struggle. With her it denounces the development of the worker to hands of the capital, who can exercise it because it snatched the production means.
The development takes with it wealths accumulation, but, for Marx, just person this accumulation leads to the emergence of the proletariat, antithetic force, reaction of the opposite sign, which will end up by expropriating the expropriators. The dialectical materialism is the way of that Marx costs himself to intensify the struggle of classes (the dialectical process) and to take it to its resolution (the communist society). “It is a question of without leaving to the [workpeople] one more moment in its trick and resignation. To the existing oppression it is necessary to make her even more oppressive, adding publicity to him”. This way the proletariat arises with class conscience.
Nevertheless, this conscience of himself and of its opposition to the capitalism, is not the endpoint of the proletariat. This one, after its own wretched one warns, will be in disposition to eliminate the alienation, proper and foreign. The target is that these opposite forces, proletariat and capital, both classes come as soon as possible to the synthesis, phase of overcoming of the antithesis, since, capitalist and proletarian, they represent the same human alienation, with the difference that the capitalist feels at ease in its dehumanized position.
In sum, on having created the proletariat, the capitalism already causes its own antithesis that will take it to the self-destruction, so as soon as the misery becomes conscious of its physical and moral misery, as soon as the dehumanization becomes conscious of the dehumanization, one is about to be liberating of the misery and the dehumanization.
The new man
Marx speaks about the new man. An authentic, entire and perfect man. A liberated man of its autoalienation. There are already neither mediocrities nor contrasts. The society is already “without classes”. Nevertheless, nothing is said to us about the sense and definition of this new man.
Marx, like other big revolutionaries, omits certain details, and in this respect scarcely it is said to us that, in contrast to what it happens in the capitalist, individual State and community they are perfectly integrated. The man, finally frees, he is carried out in the community, where one finds entirely himself.
Now then: how is this promise realized? Only speculations fit. Some of them will say, using the example of the Soviet communism, that similar integration of the individual and the society without classes produces shakes, since the individual seems that it was pulverized by the society.
Certainly, this theoretical concept is Hegelian, but Hegel not for hint thought in how to achieve it, although it is possible that the method could be deduced of its thought system. Nevertheless, the Marxist socialism sinks its roots also in the Utopian socialism of Henri de Saint-Simon (1760-1825), Robert Owen (1771-1858) and Charles Fourier (1772-1837). It might be said that the hegelianismo came to cover with theoretical concepts the socialistic ideas. In fact, concepts as the alienation of the man and its overcoming by means of the elimination of the division of labor, can be understood better in view of the Fourier theories on the improving of the humanity and the transformation of the work with enjoyment.
Undoubtedly, the deep consequences in the history of the world that Marx's work has had from the second half of the XIXth century make her deserving of study and analysis and about its theoretical wealth he speaks the fact of the multiple conceptions that have a Marxist counterfoil: anarchism, communism, social democracy, etc.
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