En psicoanalisis plantea la diferencia entre agresividad, destructividad y sadismo, afirmándose que la "agresividad", al contrario que como generálmente se utiliza, debería ser sinónimo de reivindicación activa y, por tanto, formar parte del comportamiento saludable. La destructividad, significa la eliminación de un objeto peligroso que se vive como un obstáculo, y cuando no tiene una base biológica instintiva, es irracional y neurótica.
Y el sadismo es una acción cruel-destructiva, que nace del bloqueo de los afectos y de la sexualidad, y al igual que el masoquismo, es siempre una manifestación destructiva hacia el "otro", siendo ambos fenómenos sociales patológicos sin una base biológica innata.
Así pues agresividad, no debe entenderse como sinónimo de destructividad, se trata de una función necesaria para desarrollar las dinámicas instintivas y la capacidad de amar. Si desde la vida intrauterina, facilitamos un entorno acogedor, amoroso, tolerante y permisivo, la propia capacidad de autoregulación ecológica se desarrollará y modulará armónicamente, tanto en las manifestaciones amorosas como en las reivindicativas y agresivas del niño.
Desde esta perspectiva el llanto del bebe, es su medio de comunicación con el mundo y, como tal, puede ser diferente y estar expresando cosas muy dispares que el adulto debe discernir usando su instinto. Porque no se trata de utilizar medios para que el bebe ahogue su llanto, sino de comprenderlo
Observamos algo similar cuando el bebe muerde el pecho cuando esta mamando. Es un acto agresivo, puede que doloroso para la madre, pero, en realidad, es un gesto con el que le esta diciendo algo. Si en lugar de escucharlo lo malinterpretamos y anulamos la comunicación, el vínculo se va rompiendo y el bebe reduce el impulso de relación con el mundo, con las consecuencias que ello comporta: dolor interior, sensación de extrañeza, soledad...
Posteriormente será el "no quiero comer", "no quiero la chaqueta", "no quiero ir al cole" y otros no..., que toman formas extremas durante la adolescencia. En cualquier caso, mientras exista la posibilidad de expresarlos, de compartirlos y escucharlos, siguen siendo momentos de autoafirmación y desarrollo.
A medida que va creciendo, el niño comparte e interactua cada vez más hasta que tarde o temprano, su "no", se ve confrontado con el "no" del otro. Compartir negaciones, permite reconocer y reconocerse y, consecuentemente, experimentar el diálogo, el respeto y la solidaridad. Si sólo existe el "no" del adulto, o el "no" del niño no hay dialogo. Pero es el adulto, a quien corresponde ayudar a madurar, lo que implica permitir la expresión del niño y del adolescente. El adulto se hace visible porque mira al niño, lo acepta y lo reconoce. Es el espejo donde este se mira y, por tanto, donde puede corroborar lo que siente sin entrar en confusión.
In psychoanalysis it raises the difference between aggressiveness, destructiveness and sadism, steadying itself that the "aggressiveness", contrary to what happens as generálmente it is used, it should be synonymous of active claim and, therefore, be part of the healthy behavior.
The destructiveness, it mens the elimination of a dangerous object that is lived like an obstacle, and when it does not have an instinctive biological base, it is irrational and neurotic. And the sadism is a cruel-destructive action, which is born of the blockade of the affections and of the sexuality, and as the masochism, it is always a destructive declaration towards "other", being both pathological social phenomena without an innate biological base.
So aggressiveness, it must not be understood how synonymous of destructiveness, it is a question of a necessary function to develop the instinctive dynamics and the aptitude to love. If from the life intrauterina, we facilitate a cozy, affectionate, tolerant and permissive environment, the proper capacity of ecological autoregulation will develop and modulate harmonically, both in the affectionate declarations and in the avenging and aggressive ones of the child.
From this perspective the crying of the baby, there are its mass communication media with the world and, as such, it can be different and be expressing very unlike things that the adult must discern using its instinct. Because it is not a question of using means so that the baby drowns its crying, but of comprising it
We observe something similar when the baby bites the breast when it is sucking. It is an aggressive act, it is possible that painful for the mother, but, in fact, it is a gesture with which he is saying something to him. If instead of listening to it we misinterpret it and annul the communication, the tie is breaking and the baby reduces the relation impulse with the world, with the consequences that it endures: interior pain, sensation of surprise, solitude...
Later it will be "I do not want to eat", "I do not want the jacket", "I do not want to go to the school" and others not..., that take extreme forms during the adolescence. In any case, while there exists the possibility of expressing them, of sharing them and of listening to them, there keep on being moments of assertiveness and development.
As it is growing, the child shares and interacts increasingly until sooner or later, its "not", he turns out to be confronted with "not" of other. To share denials, allows to recognize and to be recognized and, consistently, to experience the dialogue, the respect and the solidarity. If only it exists "not" of the adult, or "not" of the child there is no dialogue. But he is the adult, to whom it is up to help to mature, what implies allowing the expression of the child and of the adolescent.
The adult becomes visible because it looks at the child, accepts it and recognizes it. It is the mirror where this it looks and, therefore, where he can corroborate what he feels without entering confusion.
No comments:
Post a Comment