Tuesday, 24 July 2012

Jinetes en la playa- Gauguin Riders in the beach-Gauguin


Se van hacia el mar. Los cascos no dejan huellas sobre las hierbas rosadas, se hunden un poco en el color, y despues van mermando antes de desaparecer completamente sobre las sombras azules. Se adivina algo de tierra frente a ellos, a unos pocos pasos. Despues solo agua, las olas que llegan. Y enseguida el cielo grisaceo.

Los jinetes de piel mate, montan a pelo, apenas vestidos, descalzos. Dos hombres, y tal vez junto a ellos un muchacho, las muchachas llegan en ese mismo momento a la imagen, unas siluetas vivas, rapidamente encapuchadas  de amarillo o bermellón. Tres árboles malvas se yerguen alli como un lugar elegido parra encontrarse. Un cerro, tal ve el comienzo de una colina, sube hacia la derecha del cuadro. La hierba clara se tiñe de amarillo, se calienta hasta el anaranjado

El autor llega de lejos, para asistir al comienzo de la historia, unos jovenes se encuentran a veces en los confines de la isla, tal vez se insinua alguna pareja, pero tampoco es este el tema de la obra. El cuadro anota las direcciones tomadas, la convergencia de caminos, sus naturalezas, difieren hasta el final.

Los caballos que se alejan, pertenecen todavia a esta tierra, no importa que el pintor les haya observado en sus paseos, o que haya estilizado sus siluetas, pensando en otras imagenes. Dan fe de una realidad vivida, de una posible experiencia, pero desde hace tiempo, nadie ha visto galopar a los otros, los que seguian la orilla, con las crines rapadas y el perfil altanero. Estos comenzaron la galopada hace siglos, en los relives de los frisos del Partenon, del que han conservado el color de la piedra

Gauguin pone en marcha el encuentro de dos mundos, entre los cuales no imagina contradiccion alguna. Los dos grupos de jinetes traducen su propio itinerario, que articula Occidente en la aventura de los Trópicos. En el horizonte de su viaje, por muy lejos que vaya, los recuerdos del pasado, siguen alimentando su vision, las formas de aquella cultura clásica que ha admirado, amado, odiado, abandonada por otros cielos, aparecen aqui, frente a el presentes a la ultima cita, portadores de toda la nobleza antigtua, dos caballos de marmol han cruzado su memoria, insensibles a sus quiebros y sus viejas rebeldias. A lo lejos, la espuma ondulante como la crin de un caballo

 
They go away towards the sea. The helmets do not leave traces on the pink grasses, sink a little in the color, and later they are reducing before disappearing completely on the blue shades. Some ground is foreseen opposite to them, to a few steps. Later only it waters down, the waves that come. And at once the greyish sky.

The riders of dull skin, mount to hair, scarcely dressed, barefooted. Two men, and perhaps along with them a boy, the girls come in the same moment to the image, a few living silhouettes, quickly hooded of yellow or vermilion. Three mauve trees yerguen there like an elected place climbing vine to be. A hill, such it sees the beginning of a hill, rises towards the right of the picture. The clear grass is dyed of yellow, warms up up to the orange one

The author comes from background, to be present at the beginning of the history, a few young people is sometimes in the limits of the island, perhaps some couple is insinuated, but neither the topic of the work is this. The picture notes down the taken directions, the convergence of ways, its natures, they differ until the end.

The horses that move away, belong still to this ground, it is not important that the painter has observed them in its walks, or that it has stylized its silhouettes, thinking about other images. They give faith of a real reality, of a possible experience, but for time, nobody has seen galloping others, which were following the shore, with the close-cropped manes and the arrogant profile. These began the gallop centuries ago, in the relives of the friezes of the Parthenon, of which they have preserved the color of the stone

Gauguin starts the meeting of two worlds, between which he does not imagine any contradiction. Two groups of riders translate their own itinerary, which articulates Occident in the adventure of the Tropics. In the horizon of its trip, for very far that goes, the memories of the past, there keep on feeding its vision, the forms of that classic culture that it has admired, loved, hated, left by other skies, appear here, opposite to the presentes to the last appointment, bearers of the whole nobility antigtua, two marble horses have crossed its memory, insensitive to its quiebros and its old rebelliousnesses. In the distance, the undulating froth as the mane of a horse

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Art Black Side